miércoles, 28 de agosto de 2013

¡Puta Guerra!



La Primera Guerra Mundial supuso un antes y un después en la concepción de las guerras y en la historia de la humanidad. Nunca antes tanto territorio, población civil o efectivos militares se habían visto afectados por un enfrentamiento bélico. Jacques Tardi y Jean Pierre Verney nos proponen pisar esos humedales, mesetas y bosques de la Francia invadida y ser testigos, a través de sus detallados dibujos y su narración ricamente documentada, de la atrocidad, el terror y el absurdo de la Gran Guerra.



28 de Julio de 1914, Franciso Fernando, el archiduque heredero del Imperio austrohúngaro es asesinado junto con su mujer Sofía en Sarajevo. Un suceso que se convertiría en la excusa perfecta para que naciones enfrentadas desde hacía tiempo pasaran a la acción arrastrando así a toda la vieja Europa a una de la más grandes guerras de la historia. 
En ¡Puta Guerra! Jacques Tardi se encarga de traernos ese conflicto en forma de cómic. Con un dibujo entre realista y grotesco y una narración directa y con un marcado mensaje antibelicista el cómic arrastra al lector desde el inicio del conflicto hasta poco después del armisticio. El diseño de las páginas es sencillo: tres viñetas panorámicas por cada página; casi como si fueran instantáneas de lugares, situaciones y protagonistas. Todas ellas cargadas de mensaje y, en ocasiones, de escenas muy crudas no aptas para sensibles. El color de las viñetas irá evolucionando junto con el conflicto y se irá apagando y colmándose de escalas de grises a medida que avanza la guerra.



Al final del cómic, y como complemento perfecto, hay un dossier con unas explicaciones más estilo libro de historia repleto de fotografías reales realizado por Jean Pierre Verney (encargado de toda la documentación del cómic). Por si esto no fuera suficiente para hacerse con un ejemplar de ¡Puta Guerra!, en la edición especial que norma editorial comercializa desde 2010 también viene un documental en dvd en el que los propios autores del cómic visitan algunos de los lugares en los que se batalló, hablan sobre armas y enseñan el proceso de creación de propio cómic.

Jacques Tardi


¡Puta Guerra! es sin duda una obra maestra, no solo del cómic en general si no también como pieza educativa. Un cómic que nadie debería perderse, ya que aunque el tema ni siquiera te atraiga una vez leído te cambiara por completo.

"Éramos nosotros los soldaditos bajo un sol de justicia, los pies en los trigales, la cabeza en el campo del honor, el canguelo en el vientre y la mierda en el culo"

jueves, 22 de agosto de 2013

El Último Héroe




Cohen el Bárbaro. Es una leyenda viva, el héroe más grande del Mundodisco.
Todavía se acuerda de las aventuras en los viejos tiempos. Todavía se acuerda de cuando los héroes no tenían que enfrentarse a los dolores de espalda, ni a los chupatintas, ni a las consecuencias de la "civilización". Todavía se acuerda de como blandir con fuerza su espada...
...aunque algunos días no recuerda dónde ha dejado su dentadura postiza.
Para escapar a la decrepitud y alcanzar una muerte gloriosa, Cohen reúne a sus viejos (muy viejos) compañeros de la Horda de Plata con la intención de llevar a cabo una última gesta heroica. Ascenderán a la cima más alta  del Mundodisco para ver a los dioses y devolverles lo que el primer héroe les robó. Con intereses.
El único problema es que puede significar el fin del mundo si nadie los detiene a tiempo.



El último héroe es la vigesimoséptima entrega de la serie Mundodisco creada por Terry Pratchett, y en conjunto resulta un libro grande, muy grande. No solo de forma literal, ya que la edición es enorme (con un precio, eso sí, ajustado) seguramente para poder albergar los preciosas y geniales ilustraciones de Paul Kidby. Si no que la historia, una fábula que narra la historia de una horda de bárbaros octogenarios, junto con las ilustraciones ya mencionadas, convierten el libro en toda una pieza de coleccionista.
Para todo aquel que no conozca a Terry Pratchet (si es que aún queda algún despistadillo) decir que es el creador del Mundodisco: un mundo fantástico que en cuanto se explora un poco uno se da cuenta que resulta ser un espejo del nuestro. Así pues mediante la fina ironía y la sátira magistral que utiliza el autor podemos encontrarnos pensando "¿acaba de decir lo que creo que acaba de decir?" o "esto me recuerda a aquel conflicto, me recuerda a aquel suceso, etc". En el último héroe, y a pesar que en un principio es una fábula, también se encuentran estos paralelismos. Por no hablar de situaciones disparatadas e hilarantes.



Los protagonistas, una horda de guerreros, ancianos y venidos a menos tratan de darle su merecido a unos dioses que les han dejado un poco abandonados. Entre ellos se encuentra Cohen el Bárbaro, el cual ya había hecho algún papel secundario en otras novelas de Mundodisco. Por otra banda nos encontramos a Rincewind, un agente de la guardia y un personaje con un notable parecido a Leonardo Da Vinci que intentarán detenerles. Aunque la novela apenas alcanza las 176 páginas la diversión está más que asegurada. Pero esta vez Paul Kidby, portadista oficial desde 2001 (y tras la muerte de Josh Kirby), se une a la fiesta aportando unas ilustraciones a toda página (en algunos casos a dos páginas) a todo color y en papel satinado. Verdaderas obras de arte todas ellas, y un lujo para la vista.



El Último Héroe es una historia tan divertida como entrañable, tan disparatada como ingeniosa, que a poco que nos demos cuenta se habrá terminado en un santiamén; así pues no nos quedará más que la opción de releerla.


martes, 20 de agosto de 2013

Apocalipsis Z : Los días oscuros



La civilización ya no existe. No hay internet. No hay televisión. No hay móviles. No hay supermercados, ni colegios. Ya no hay nada que te recuerde que eres un ser humano. En el mundo solo quedan pequeños grupos aislados que quizá sean peores que el peor de los No Muertos. Estate alerta, el Apocalipsis ha empezado. Ahora solo tienes un objetivo: sobrevivir

Los cuatro supervivientes (y el gato) que consiguieran escapar por los pelos de las garras de las hordas de zombies ahora han llegado a las islas canarias. Esperaban encontrar algo más de tranquilidad y lo que hallan es una guerra civil entre islas. Además, su largo viaje hasta las islas ha llamado la atención de aquellos militares que preparan una incursión en uno de los lugares más infestados por no muertos de la península: Madrid. Así que sin quererlo han sido reclutados para llevar a cabo la misión de conseguir medicamentos.

Manel Loureiro


En esta segunda parte de la trilogía Apocalipsis Z la forma de narrar pasa de ser estilo diario (algo que fue el principal reclamo de la primera entrega) a la más típica tercera persona en la mayoría de la novela. De esta manera y con un ritmo más ágil, Manel Loureiro esta vez, y aunque ya sentara las bases en El principio del fin, narra una historia en la que los menos peligrosos son los muertos vivientes. 
En Los días oscuros el autor desgrana un poco más sobre los detalles del virus que ha provocado la debacle de la sociedad actual y sobre la situación mundial, explicando quizá demasiado y dejando poco o nada a la imaginación del lector.



Tanto los personajes (de personalidad plana) como muchas de las situaciones son los típicos clichés que se pueden encontrar en cualquier película hollywoodiense de este género. Las escenas de tensión que habían en la primera novela en esta desaparecen y todo el libro queda totalmente poblado de acción pura y dura. Aún así es precisamente esa acción vertiginosa la que hará que en unos pocos días pueda ser engullido; siempre y cuando el tema zombie te atraiga un poco. 



Apocalipsis Z: Los días oscuros es un libro sin pretensiones pensado para aquellos que solo busquen un poco de divertimento.

lunes, 12 de agosto de 2013

Boneshaker




Durante la guerra civil, el inventor Leviticus Blue creó un ingenio capaz de atravesar el hielo de Alaska, donde se rumoreaba que se había encontrado oro. Nació así la increíble máquina taladradora Boneshaker. Sin embargo, la Boneshaker no funcionó adecuadamente, y destruyó el centro de Seattle, provocando un estallido de gas venenoso que convirtió a quienes lo respiraban en muertos vivientes.


Pasan dieciséis años, y un muro rodea la tóxica y devastada ciudad. Al otro lado vive la viuda Briar Wilkes, con una reputación arruinada y un hijo, Ezekiel. El joven se embarca en una cruzada secreta y su búsqueda lo llevará tras el muro, a una urbe repleta de voraces zombis, piratas aéreos, hampones y guerrilleros. Y solo Briar puede salvar a su hijo.

Boneshaker fue una máquina que iba a traer riquezas a una ciudad y la convirtió en el infierno. Ahora, muchos años después, el hijo de Leviticus Blue (el inventor de dicha máquina) entrará en la zona amurallada (y repleta de infectados) para intentar descubrir la verdad sobre todo el asunto. Su madre, que no tardará en percibir que algo va mal, irá en busca de él para sacarlo de esa ciudad que ahora es peor que el mismísimo infierno.
Boneshaker es un relato enmarcado en el género de la ciencia ficción y en particular en ese subgénero que cada vez gana más adeptos: el steampunk. El steampunk podría definirse en pocas palabras (y resumiendo) como la realidad alternativa en la que se han conseguido grandes avances tecnológicos pero todos movidos por la energía del vapor. Normalmente los relatos se ubican entre el siglo XIX y principios del XX.
En Boneshaker no solo encontramos este tipo de género literario si no que además, en menor medida, nos hallamos ante una novela de zombies. Ya que tras el destrozo que hace el ingenio mecánico inventado por Leviticus Blue una especie de gas se filtra desde el interior de la tierra convirtiendo en zombies a todo aquel que lo respira.

Cherie Priest


En Boneshaker, además de con una portada preciosa, nos encontramos con unas descripciones casi impecables tanto de la ciudad como de todas esas naves voladoras que pueblan la ciudad. Y poco más positivo se puede decir sobre esta novela.
La historia es lenta (soporífera) y pesada en extremo, carente de interés y con diálogos forzados que no aportan nada ni al relato ni a todos esos personajes insulsos que se cruzan los unos con los otros una y otra vez como en una alocada película de los hermanos Marx, pero sin que ocurra nada. Las escenas de acción carecen de emoción y énfasis. Cherie Priest, la autora, narra con el mismo tono como duerme un personaje que la caída de una nave sobre la ciudad o el ataque de una horda de zombies.
El final de la historia, aunque no es predecible, solo resulta ser un alivio para los ojos del pobre lector que lleva leyendo 345 páginas con una fuente de letra minúscula.
Boneshaker se puede resumir con un refrán: Nunca juzgues un libro por su portada.