jueves, 16 de octubre de 2014

El paciente




El doctor Evans es un brillante neurocirujano viudo que se enfrenta a una terrible encrucijada: si su próximo paciente sale vivo de la mesa de operaciones, su pequeña hija Julia morirá a manos de un psicópata. Pero ¿quién es El Paciente? Nada menos que el Presidente de los Estados Unidos. Para el médico se inicia una desesperada cuenta atrás.

He aquí las dos opciones de uno de los mejores neurocirujanos de Estados Unidos: Matar al presidente de los EEUU, el hombre más poderoso sobre la Tierra, con todas las consecuencias que ello acarreará sobre su persona pero su hija vive o, no le mata y su hija muere. Así de simple, y así de complicado a la misma vez. Pero es evidente que el doctor Evans no se quedará quieto e intentará encontrar una tercera opción por sus medios, aunque ésta tal vez no exista.



Juan Gómez-Jurado
Este es el dilema que el autor Juan Gómez-Jurado plantea a su pobre y sufrido protagonista y, de rebote como no, a todos los lectores. Con El paciente el autor, desde la primera frase, nos embarca en un thriller de acción que recuerda a la serie 24 horas por su frenético avance, por la tensión y por unos personajes que, aún siendo buenas personas, deberán hacer todo lo posible, incluso saltarse la ley, para que el villano no se salga con la suya. De los protagonistas sin duda el que sobresale por encima de todos, incluso por encima del pobre bienintencionado doctor Evans, es el señor White. Un personaje que tiene visos del archienemigo de Sherlock Holmes: el doctor Moriarty. Por otro lado nos encontramos a Kate, cuñada de Evans, única que sabe la verdad y además parte del servicio secreto del presidente de los Estados Unidos. Para ella son las mejores escenas de acción, relatadas con maestría pero sin sobrecargarlas de paja. La descripción de escenarios y procedimientos médicos son más que correctos y convencen, dejando patente que Juan Gómez-Jurado ha hecho sus deberes.


Lamentablemente la novela tiene algunos puntos negativos que no entorpecen la lectura pero la hacen menos gratificante. Por un lado el dilema moral que se le plantea al protagonista dura un suspiro. Y no sorprende ya que el doctor Evans, al igual que cualquier otro padre que ame a sus hijos, enseguida sabe que elección tomar.
El final, predecible además de flojo y precipitado, deja al menos una agradable sorpresa que podría dar para otro libro.
El Paciente es una novela que se deja leer, tan frenética como correcta pero que no aportar nada nuevo a los thrillers médico-políticos

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