jueves, 7 de enero de 2016

Star Wars Episodio VII: El despertar de la fuerza




Hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana... Y con está frase empieza el episodio VII de la saga Star Wars, uno de los episodios más esperados, una espera que todos los fans hemos intentado hacer menos larga deglutiendo una tras otra las otras seis películas en maratones interminables a la vez de que rezábamos a Obi Wan Kenobi o a cualquier otro jedi para que en esta película por fin volviera esa esencia que se había perdido en los episodios I, II y III. ¿El resultado? Más que satisfactorio, afortunadamente. Y eso sin siquiera utilizar las típicas cortinillas que servían de transición entre escena y escena. Las cuales, personalmente, me encantan pero, curiosamente, sólo eché en falta mucho después de abandonar el cine.



Han pasado 30 años desde la Batalla de Endor y un nuevo ejercito, La Primera Orden, ha tomado el relevo del imperio galáctico que entre Darth Vader y Darth Sidious comandaban para intentar dominar toda la galaxia. Un aguerrido piloto de X-wing escapa junto a su droide BB-8 con un mapa con el cual podrán encontrar a Luke Skywalker el único jedi, que ahora vive retirado y oculto, capaz de ayudarles a traer la paz de nuevo al universo. El piloto es capturado y el droide debe huir en busca de ayuda, a partir de aquí empieza la aventura.



La historia es sin duda una vuelta a los orígenes, a la aventura sin esas intrigas repletas de recovecos , y diálogos absurdos, que hacen que te pierdas. Con la lucha del bien contra el mal, la luz contra la oscuridad, en cada momento, en cada fotograma; así de simple. Si bien es cierto el arma de destrucción masiva que utilizan los villanos en esta película vuelve a ser más de lo mismo, y quizá una innovación no habría estado mal del todo, pero aún así a los fans no creo que les haya importado mucho. Por lo menos a mí no.




Además de viejos conocidos, como Han Solo, Chewbacca, Leia, C3PO, R2D2 o Luke Skywalker, en este episodio podremos disfrutar de nuevos héroes, o villanos, interpretados por actores casi desconocidos, consiguiendo de esta manera no poder relacionarlos con otros papeles. Todos ellos en roles muy carismáticos, ya sea porque interpretan un villano en ciernes que pierde los nervios con facilidad o una muchacha que descubre que en su interior ha despertado una fuerza insólita que deberá aprender a controlar.



Rey: La protagonista es una muchacha que malvive en el planeta Jakku recogiendo chatarra y cambiándola por raciones de comida, su vida cambia cuando se topa con un droide en apuros.

Poe Dameron: Piloto de X-wing, su nave es de color negra y sólo los mejores pilotan las de esa clase. Es valiente, divertido y capaz de decir algo mordaz en el momento más peliagudo. Siempre va con él su droide BB-8.

BB-8: Un droide de formas muy redondas que despierta la ternura en cualquiera que trata con él y que a los fans nos ha hecho olvidar de un plumazo a Jar Jar Binks.

Kylo Ren: Villano en ciernes. Antaño jedi y aprendiz de Luke Skywalker, ahora lo es de Snoke el líder supremo de la Primera Orden. Su juventud hace que no tenga paciencia y sufre ataques de furia incontrolable. Desea convertirse en un nuevo Darth Vader.

Finn: Soldado de la Primera Orden que ante su primera batalla decide desertar porque no está hecho para matar personas inocentes.



Sí con unos personajes que en sus espaldas cargan el bagaje de unas grandes historias no tenéis suficiente siempre podréis disfrutar con todos esos guiños que J.J. Abrams ha planeado para todos los fans, sobretodo los de la trilogía original. Así que ante la pregunta: ¿Es necesario ver los otros seis episodios para entender esta película? Tal vez no, pero si lo habéis hecho la disfrutareis al máximo, y sino acabareis tarde o temprano por visionarlas. Además, creo que hay una escena en particular que sentiréis mucho más en el fondo de vuestra alma (que profundo me pongo) si previamente habéis visto las otras películas.



Otra cosa de agradecer ha sido el que esta vez no hayan cargado la pantalla con efectos CGI en cada minuto, utilizando técnicas más artesanales como los escenarios realizados a manos en lugares reales y no estudios, animatronics y maquillaje para dar vida a criaturas alienígenas, o combates de sable láser con menos acrobacias circenses, consiguiendo que todo sea muchos más real y que casi pueda tocarse.




Sin duda Star Wars: El despertar de la Fuerza es un nuevo principio, la pieza de un puzzle de algo más grande, que irá creciendo. Es el resurgir de una gran epopeya que retoma la historia clásica, una saga familiar que encandiló a miles de millones hace muchos tiempo y que ahora ha conseguido que muchos hayamos salido del cine con el corazón bombeando a toda máquina, amando mucho a unos personajes, odiando a otros, con lágrimas en los ojos, con una sonrisa, y tarareando una vez más el tema central de la película. ¿Fue tal vez esto lo que sintieron los afortunados espectadores que en 1977 disfrutaron en el cine de Star Wars: Una nueva esperanza?


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