martes, 20 de junio de 2017

Drácula

¿Quién no conoce a Drácula? ¿Quién no ha oído hablar del conde que moraba en Transilvania? ¿Alguien todavía no sabe que El Señor de las Tinieblas puede transformarse en murciélago, dominar a las bestias e invocar una espesa niebla? Y su alimento… ese apetito insaciable y voraz por la sangre que a su vez es una forma de engendra a más como él, ¿puede alguna persona desconocer todos estos detalles? La verdad es que lo dudo. Aunque tal vez haya generaciones que no conozcan al verdadero chupa sangre, al conde que dejó su castillo en los Cárpatos e intentó invadir Londres, pues, cierto es que en estos tiempos que corren el mito del vampiro se ha tergiversado y adaptado hasta, en algunas ocasiones, convertirlo en un esperpento adolescente que brilla como una luciérnaga. Así pues, hoy hablaremos de Drácula: la novela más famosa sobre vampiros y aquella que sentaría los fundamentos del mito que hasta nuestros días todavía pervive con fuerza.



Drácula de Bram Stoker empieza con un joven abogado llegando al castillo del conde. Unos negocios lo han llevado hasta aquel recóndito lugar. El conde Drácula ha comprado una propiedad en Londres y el joven muchacho va a cerrar el trato y a hacerle saber a su ocupante los pormenores del contrato que aún está por firmar. Harker no tardará en descubrir que el conde guarda oscuros secretos en algunas de las alcobas del castillo. Y tras husmear un poco en los asuntos del extraño conde, descubrirá un complot urdido por éste para extender por Londres el mal que habita tras aquellas lúgubres paredes. Desgraciadamente Harker fallará en su intento y el conde llegará a Londres. Ahora todo depende de un grupo de personas que se unirán para hacer frente a los impetuosos ataques de un vampiro sediento de sangre y de poder.



Drácula es una novela epistolar. En ella hallaremos cartas, diarios y documentos, como recortes de periódicos, que en conjunto formaran la narración. Son varios los personajes que van explicando la historia desde su punto de vista, dejando sus impresiones y sus pensamientos más íntimos, no sólo relacionados con los ataques perpetrados por el vampiro, sino también con temas personales.
La novela tiene dos partes muy marcadas: la primera en la que el conde llega a Londres y se dedica a hacer de las suyas; con el debido estupor y desconcierto que provoca entre los que no entienden qué está pasando. Y una segunda en la que un grupo de personas deciden unirse y dar caza al no-muerto antes de que el haga lo propio. A lo largo de estas dos partes iremos descubriendo todos esos aspectos que Bram Stoker fue recogiendo de diferentes leyendas del folclore de la Europa del este para crear su personaje más memorable. El ajo que lo ahuyenta, los espejos en los que es incapaz de reflejarse, la muerte por estaca y decapitación, etcétera; asuntos en el que un experto en la materia como Van Helsing irá haciendo participe a sus compañeros y al lector.



Drácula de Bram Stoker no es un libro en el que vayáis a enterrar la cabeza entre las sábanas muertos de miedo, pues es una novela de terror gótico con una prosa de la época algo recargada, sensiblera en ocasiones, sensacionalista y no exenta de cierto romanticismo. Con todo, hay algunos pasajes que dan cierto mal rollo, en especial los protagonizados por el paciente del doctor Sewar: Renfield. Un tipo aquejado de una enfermedad psicológica denominada zoofagia que lo obliga a comer moscas y ratas vivas. Delicioso…



La edición que he leído yo, una de bolsillo que publicó en abril Penguin Clásicos, está ilustrada por Jae Lee. El habilidoso dibujante es especialistas en rostros oscurecidos por las sombras, monstruos y dibujo gótico en general, algo que ya demostró con creces en la adaptación al cómic de La torre oscura de Stephen King. Así que, a las palabras de Stoker le acompañan unos dibujos perfectos y que dan un plus a una novela ya de sobras conocida.



No puedo acabar sin antes recomendaros la sublime adaptación que hizo en los años 90 Francis Ford Coppola de la novela, dándole una mayor importancia a la relación romántica de Mina con el conde y a los orígenes de éste, con unos vampiros tan aterradores como bellos, y en la que actores de la talla de Gary Oldman, Winona Ryder, Anthony Hopkins o Keanu Reeves  nos regalarían unas interpretaciones de diez.



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