miércoles, 31 de julio de 2019

Viaje al centro de la Tierra


A día de cualquiera tiene bastante claro, a grandes rasgos, qué hay en el interior de la Tierra. Corteza, manto, núcleo interno y núcleo externo son las capas que incluso un niño, y seguramente con mayor acierto al tenerlo más fresco, sería capaz de nombrar. Pero esto es ahora. Probablemente en 1864 (el año de publicación de la novela que hoy nos ocupa) la cosa no estuviera tan clara. No es de extrañar que algunos escritores se aventuraran a imaginar qué misterios podía albergar en su interior nuestro hogar. El que lo hizo con mayor tino, consiguiendo que su novela pasara a la posteridad hasta incluso convertirse en varias películas, fue Jules Vernes con su Viaje al centro de la Tierra.

En Viaje al centro de la Tierra el autor, mediante la primera persona a la hora de narrar, nos pone en el pellejo de Axel, un muchacho que  reside en Hamburgo junto a su tío Otto LidenBrock. Del tío podemos decir que es tan inteligente como excéntrico, un genio que en ocasiones se comporta como un capullo con la gente. La cuestión es que Otto, por pura casualidad, ha descubierto un pergamino que resulta ser un mapa de un explorador que despareció hace mucho tiempo. Tras descifrarlo, el mapa no solo les pondrá tras la pista del explorador y alquimista llamado Saknussemm, sino que les será revelada una entrada para llegar al mismísimo centro de la Tierra. Axel se verá arrastrado por su tío y por Hans (el porteador de la misión) en una suerte de aventura que empezará tras introducirse en las entrañas de un volcán ubicado en Islandia.



Con una prosa pausada y rica en vocabulario donde no escasean las florituras, Jules Verne nos lleva a un viaje de exploración que recuerda a todas esas grandes gestas donde gente valiente, y algo loca, se lanzó a conquistar el Polo Norte, a sobrevolar el océano Atlántico o a conquistar los lugares más recónditos del planeta. A través de los ojos del reticente Axel iremos descubriendo lugares bellísimos descritos con majestuosidad, la oscuridad total en un laberinto de túneles en los que perderse significa morir y formas de viajar difíciles de creer pero divertidísimas de imaginar, virtud esencial para disfrutar totalmente de la novela.

Jules Verne pensando en la Luna


En Viaje al centro de la Tierra la tensión narrativa funciona durante toda la novela con solo tres personajes, cuatro si añadimos el paisaje pues en cierto modo va evolucionando junto con los exploradores. Un viaje iniciático para unos, un viaje para valorar lo que realmente importa para otros. Una aventura clásica que disfrutar una y otra vez para el lector, y más si tenemos en cuenta la excelente edición de Austral: tamaño pequeño sin llegar a bolsillo, tapa dura con textura rugosa y una portada de la que es imposible despegar la vista.

miércoles, 17 de julio de 2019

The folklore of Discworld


Terry Pratchett era un genio. Abre uno de sus libros, a ser posible de Mort hacia adelante (todo genio debe dar sus primeros y algo infructuosos pasos) y descubrirás un mundo inmensamente rico en matices en lo que a cultura y folclore se refiere. Todo, eso sí, bien arropadito bajo el manto del humor y la sátira. Pero todo genio tiene sus truquillos y el libro que hoy nos ocupa revela unos cuantos del hombre del sombrero negro y la barba blanca.

The folklore of Discworld es un libro escrito a cuatro manos. Por un lado hallamos al propio Terry Pratchett y por otro está la experta en folclore Jacqueline Simpson. Entre los dos nos desvelaran los entresijos de Mundodisco.

Como no podía ser de otra forma, el libro toma lo más gigantesco que existe en el Mundodisco y poco a poco va recalando en esos pequeños detalles que lo hacen tan fantástico. Así pues, la primera parada es el Gran A’Tuin: esa pantagruélica tortuga que vaga por el cosmos con cuatro elefantes sobre su caparazón y a su vez, sobre estos, un mundo plano. Descubriremos que en la India o en la China existen mitos similares que Terry tomó y moldeó hasta darle la forma que más se adaptaba al mundo que necesitaba.

De la Gran Tortuga encaminaremos nuestros pasos hacia Dunmanifestin: el hogar de los dioses que moran en el Mundodisco. A través de extractos de los diferentes libros que conforman el Mundodisco y que servirán como referencia, los autores irán mostrándonos que el particular Olimpo de los dioses creado por Pratchett tomó un poco de los mitos griegos, los indios y hasta de las entidades cósmicas creadas por H.P. Lovecraft.



Los siguientes en ser minuciosamente pasados por la lupa de la experta folclorista son los enanos, elfos, trolls y hasta los Nac Mac Feegle. Todas estas razas que pueblan el Mundodisco tienen sus semejantes en la Tierra aunque con diferencias substanciales. De los elfos descubriremos que no son tan buena gente como los pintó J.R.R. Tolkien y que cruzarse con ellos significaba casi siempre perder a alguno de tus hijos o acabar morando durante años en las tinieblas. Los Pequeños Hombres Libres, y como no podía ser de otra forma, toman mucho de esos primeros escoceses que se las hicieron pasar canutas a Julio Cesar. Vampiros, hombres lobo, zombies y hasta el Equipaje (que hizo su primera aparición en El color de la magia) tienen su historia, a veces muy rebuscada, hasta convertirse en lo que llegaron a ser.

Jacqueline y Terry haciendo de las suyas


Pero The folklore od Discworld no trata solamente de monstruos y seres mágicos, pues también nos muestra como algunos lugares del Mundodisco fueron creados con pedacitos bien ordenados de la Tierra en la que vivimos. Lancre, el lugar donde ocurren las novelas del arco argumental de las brujas, se lleva un buen puñado de las páginas de este libro. No es de extrañar, pues es el país de Mundodisco con más lugares emblemáticos que tienen su particular e interesante leyenda.

Leyendas y costumbres es uno de los temas que preludian el final de este libro. En este tramo podremos descubrir cómo era en tiempos pretéritos el fútbol, un deporte que ahora tiene sus reglas y mueve miles de millones al año, pero que antaño tenía más que ver con darse de hostias a lo largo de un pueblo sin que el esférico importara mucho dónde fuera a parar. Algo que ya pudimos descubrir en la novela El Atlético Invisible.

Para finiquitar el libro que mejor personaje que la Muerte. Leyendas sobre la única certeza en este mundo (y en otros) ocupan las últimas páginas de un libro que de tanto en tanto nos regala una estupenda ilustración en blanco y negro creada por Paul Kidby.

Una de las ilustraciones de Paul Kidby que encontraréis en el libro


The folklore of Discworld es un libro imprescindible para todo fan de Terry Pratchett. Solo ellos podrán enlazar las múltiples referencias y el folklore que sirve de nexo de unión entre el Mundodisco y la Tierra. Además, disfrutarán descubriendo y analizando los misterios que se esconden tras cada raza, lugar o costumbre que forma parte del universo que creó Terry Pratchett.