Oliver Queen es un frívolo
playboy al que no le importa nada ni nadie... aparentemente ni siquiera él
mismo. Pero cuando es traicionado y abandonado en medio de la jungla en una
isla, averigua que sí hay una cosa que le importa: ¡la justicia! Armado
solamente con flechas y un arco hechos a mano, Queen lucha por sobrevivir en un
nuevo y cruel territorio, mientras combate a los violentos traficantes de droga
responsables de su situación. Green Arrow: Año uno es el origen definitivo del
Arquero Esmeralda, narrado por los multipremiados autores Andy Diggle (Batman,
Los Perdedores) al guion y Jock (La Cosa del Pantano, Hellblazer) al dibujo.
Además, esta edición de lujo contiene fragmentos ilustrados del guion, bocetos
y una introducción del escritor Brian K. Vaughan (Perdidos, Y, el último hombre).
Que Arrow es un
superhéroe de DC cómics inspirado en Robin Hood, que bajo la capucha se oculta
Oliver Queen, que éste forma parte de La Liga de la Justicia o que en muchas de
sus aventuras ha compartido viñetas con Green Lantern para luchar contra el mal
es algo que todo el mundo sabe, o tal vez no; tal vez solamente lo sabían todos
esos lectores que se habían acercado con más meticulosidad a las publicaciones
de la editorial que ha visto nacer a grandes personajes como Superman, Batman o
Wonder Woman. Si Arrow ahora es quien es, un personaje mucho más conocido que
hace unos años, es sobretodo gracias a la serie de televisión de Warner Bros.
Pero antes de que Stephen Amell con gesto atormentado repartiera estopa a
diestro y siniestro por Starling City o intentara sobrevivir en una isla
perdida en los confines de la tierra, la leyenda de Green Arrow ya había nacido
unas cuantas veces. Así que, ¿por qué hacerlo de nuevo? ¿Hay más cosas que
contar? Tal vez no es lo que se cuenta, sino cómo se hace, cómo se moderniza el
mito actualizándolo a los tiempos que corren. Para ello se ha contado con Andy
Diggle que se ha hecho cargo del guión mientras que Jock ha tomado los lápices
para dar vida al nuevo Oliver Queen.
En Green Arrow: Año Uno, se narra ese primer
año de transición entre el hombre de vida acomodada y el protector de los
débiles que ya conocemos. Esta vez este nuevo principio pretende ser más
realista, más acorde con los tiempos que vivimos pero sin dejar de lado la
esencia de la historia original.Se nos muestra en unas pocas, y creo que algo
escuetas, páginas como es Oliver Queen antes de coger el arco y vestir la
capucha verde. Ese playboy al que le gusta ir de fiesta en fiesta, acostarse
con chicas cuyos nombres no recordará a la mañana siguiente y acabar por los
suelos en más de una ocasión por haber abusado del alcohol. Un viaje en barco
que acabará en un grave incidente le arrastrará a una isla que al principio
cree desierta. Allí no hay lujos ni mayordomos que le preparen el desayuno así
que el niño rico consentido deberá buscarse la vida. En tan solo unas pocas
páginas nos cuentan que en la ahora simple y monótona vida de Ollie han pasado
varios meses. Tal vez un puñado de páginas más contando como se aclimata, las
vicisitudes a las que se enfrenta, tales como el hambre, la sed y la soledad,
hubieran servido para dar mayor énfasis a ese paso de tiempo. Pero las páginas
son las que son así que por suerte la voz de Ollie, esa vocecita que marca su
personalidad y que sale de su cabeza (de la de Andy Diggle realmente) nos
permitirá escuchar sus pensamientos, los buenos, los malos, los de
desesperación, los de añoranza, y observar como la mariposa deja su crisálida
para mutar en un hombre mejor que busca redención y hacer algo con una vida que
ha estado desperdiciando.
Es evidente, y ninguna sorpresa, que Oliver
no estará solo en la isla y que además de gente oprimida a la que liberar habrá
villanos con los que deberá enfrentarse, y al fin ponerse a prueba, con una
trama de tráfico de drogas más que aceptable de por medio. Así pues, aunque el
guión no es una maravilla, repleto de clichés y algún que otro giro argumental
previsible, la forma de narrar, y aunque me reitere, de Diggle, la frescura que
otorga al personaje, dándole varios matices en una historia que apenas alcanza
las 150 páginas, hace que éste tenga cierta complejidad emocional.
A esto hay que añadirle un trabajo más que
notable por parte de Jock al que parece darle pereza dibujar fondos (en
ocasiones sorprendentemente vacíos) pero que domina con bastante pericia, y a
pesar de un trazo casi de boceto, los momentos de acción, que no son pocos, y
esos claroscuros en los que la imponente figura, casi de deidad, de Green Arrow
domina toda la página apuntando de forma amenazante con su arco.
Green Arrow: Año Uno podría haber sido más de
lo mismo pero la sinergia de Diggle y Jock convierten el origen del héroe de la
capucha verde y el arco en un cómic sin mayor pretensiones que divertir y
agradar, pero mostrando que aun contando lo mismo se puede innovar, al menos un
poquito, reinventando a su vez un personaje con el que es sencillo empatizar.
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