El Salón del Manga deBarcelona ha vuelto a batir un nuevo récord: 148.000 visitantes han pasado por
la Fira de Montjuïc en los cinco días que ha durado. Y la buena noticia es que
Ficomic ya empieza a gestionar las colas que se gestan a la hora de apertura de
una forma aceptable. Este año se ha abierto un nuevo acceso para que la entrada
de los asistentes fuera algo más fluida. La novedad también ha sido el incremento de las medidas de seguridad debido sobre todo a los atentados
acaecidos en Barcelona el pasado agosto. Por esto, a la vigilancia privada (con
perros incluidos) se le han unido los mossos d’esquadra de Barcelona para
evitar cualquier posible incidente. El salón tampoco ha estado exento de cierta
polémica, debida a la decisión que se tomó de no dejar salir a los asistentes
una vez hubieran accedido al recinto; algo que ya ocurre en muchísimos eventos.
La controversia viene porque se avisó mal y tarde, cuando muchos fans de la
cultura y los cómics japoneses ya habían adquirido sus entradas.
Pero, sin más dilación,
entremos en materia. Como últimamente hago en el salón del manga y del cómic,
la mañana (o parte de ella) la dediqué a visitar las exposiciones. Asistí el
jueves 2 de noviembre, así que debido a
la poca afluencia de público (siempre tomando como referencia los días más
fuertes) pude visitar todas esas exposiciones a mis anchas.
Empecé mi tour por
la exposición de Tamashii Nations World Tour 2017 en la que pude disfrutar de
las figuras de alta calidad de esta “marca sombrilla” que reúne a las mejores
compañías que se dedican a crear este producto. En esa misma zona, y como cada
año, estaban ubicados los restaurantes japoneses y no pude evitar comerme un
mochi (lo mio con este postre es puro vicio). La novedad del pabellón 1 es que había también stands expositores de merchandising,
consiguiendo que en el pabellón 2 (donde normalmente siempre se han ubicado
todos los stands de este tipo además de los de cómics) permitiera un tráfico de
visitantes más fluido.
Una pequeña exposición
sobre The Legend of Zelda, con mucho material extraído del libro Zelda: HyruleHistoria daba la bienvenida a la zona Nintendo donde los gamers se dejaban los
pulgares apretando botones y algunos estaban inmersos en una competición al
Mario Kart 8 Deluxe de la Nintendo Switch.
En el pabellón 2.1, y
como es costumbre, volvimos a encontrar la zona de El espíritu de Japón. Todo
lo relacionado con la cultura del país nipón se halla en este lugar.
Exposiciones y talleres de bonsáis, de lectura y escritura, sala de té y el
espacio dedicado al kimono, al cual por primera vez pude asistir, dejando que
la expertas en el noble arte de las vestimentas tradicionales me pertrecharán
con un kimono que yo mismo elegí.
¿Sabíais que entre 1613
y 1620 un samurái encabezó una misión diplomática con destino España? A esta
misión se la conoció como la Embajada Keicho y a través de representaciones,
escritos y objetos de la época en la exposición de mismo nombre se nos mostraba
que significó ese hecho histórico para ambas naciones.
En 100 años de animación
japonesa se hacía un rápido recorrido por todos esos títulos que han puesto su
granito de arena en la historia del anime. Así pues, podíamos encontramos con
Dr. Slump, con Totoro o con películas de principios de siglo XX de las cuales
ya no se conserva ni una sola copia.
Jiro Taniguchi, uno de
los mangakas más reconocidos a nivel mundial, murió el pasado 11 de febrero de
este mismo año, era pues de cajón y necesario que en este salón hubiera una
exposición que le rindiera homenaje, tanto a su vida como a su
extensa y laureada obra.
Y si de homenajes
hablamos no podemos olvidarnos de Kenneos, seudónimo bajo el cual se escondía
la brillante ilustradora Victoria Chamizo. El mes de agosto de 2016, con tan
solo 28 años, murió de una afección coronaria. Una maravillosa exposición con
sus obras de corte kawaii y el cartel de este año del salón es la mejor y la
más emotiva forma de recordarla.
¿Sueñan los mechas con
ovejas eléctricas? La exposición principal de este año, que tomaba el título de
la aclamada novela de Philip K. Dick y la niponizaba, hacía un recorrido por
los robots, androides, ciborgs y mechas que han protagonizado mangas y animes y
que de alguna u otra forma nos acercaron a la ciencia ficción que tenía que ver
con robots manejados por humanos o por esos otros que cobraban conciencia de sí
mismos. Neon Genesis Evangelion, Roujin Z, La visión de Escaflowne, Last Hero,
Astroboy, son algunas de la obras que se diseccionaban en esta exposición,
aunque era Mazinger Z la mítica serie que era la cabeza de cartel. En este
mismo pabellón podíamos asistir a la demostración de las capacidades que tiene
algunos robots: dibujar, crear retratos o simplemente convertirse en robots de
compañía con forma de foca.
Lo reconozco: me gusta
la cocina y soy un amante del buen comer. Así que, tras comer y pasear por la
zona de stands en busca tanto de novedades de manga como de viejas colecciones,
me encaminé hacia el taller de gastronomía japonesa. Desde las 16:00 hasta las
19:00 tres cocineros del restaurante Kaito realizaron in situ una extensa
variedad de postres que tomaban como principal ingrediente el amazake y el
sakekasu. En un ambiente distendido, como si el público fuéramos amigos de los
cocineros, pudimos no solo probar los platos que iban creando, sino también
realizar preguntas y jugar a un concurso express en el que el ganador se comía
el postre el solito.
Para finalizar, y antes
de abandonar el recinto y despedirnos hasta otro año del Salón del Manga de
Barcelona, el prestigioso DJ Kentaro, y debido a un acuerdo entre Ficomic y
Sonar (Festival Internacional de Música Avanzada), nos regaló una sesión de
música electrónica con la cual resultaba imposible quedarse quieto.
Y moviendo el
esqueleto, como si un rayo repleto de buen rollo y energía hubiera atravesad
nuestro cuerpo, así finalizó el XXIII Salón del Manga de Barcelona.
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