jueves, 31 de mayo de 2012
Clockwerx
Londres, 1897.
En los muelles se está produciendo una serie de accidentes mortales. Un ex policía de Scotland Yard intenta infiltrarse en una obra de perforación que da empleo a las víctimas de esos asesinatos, trabajadores sin papeles en regla. Así descubre la existencia de una guerra secreta entre una poderosa organización, la Golden Shell, y un grupo de mercenarios equipados con unos robots gigantes: los Clockwerx.
¿Qué hay tras este combate?
El descubrimiento de una nueva fuente de energía y la lucha por su control, susceptible de revolucionar el equilibrio mundial en los albores del siglo XX.
El Steampunk (subgénero de la ciencia ficción que juega con la idea de que en la época victoriana han conseguido grandes avances tecnológicos, toscos, rudimentarios y todos con la base energética del carbón, pero aún así muy avanzados a esa época) viene pegando fuerte. Cada vez más. En esta obra además se les unen los Mechas (robots de varios metros de altura en los que un humano acomodado en su interior puede manejarlos a su antojo) para amantes del retrofuturismo.
Y parece que con está mezcla Clockwerx debería convertirse en un éxito, ya que, además hay que añadirle unas ilustraciones por parte de Jean-Baptiste Hostache de una calidad y realidad sublimes. Tanto en paisajes, representando un magnífico Londres de finales del siglo XIX (con los toques adecuados de luz y color), como en los robots (los clokwerx) que parecen sacados de una novela de H.G. Wells o Julio Verne. Sin dejar de lado al fantástico diseño de personajes y al cuidadoso detallismo en sus rostros y vestimentas. Y si esto fuera Clockwerx. El valor de la suma sería alto, muy alto.
Evidentemente, tras unas bonitas ilustraciones debe haber también un buen guión. Y este no es el caso. Los guionistas (Jason Henderson / Tony Salvaggio) nos brindan una historia plana, sin curvas, ni altibajos, ni sorpresas, ni una arruga. Un guión repleto de clichés: policía retirado que investiga para vengarse, malos muy malos que quieren dominar el mundo y buenos muy buenos que lo quieren impedir, alguna trampa tendida por los malos, algunos malos que se redimen, un poco de amor y de tanto en tanto sacan los robots a pasear y a darse de bofetadas. Y poco más. No busquen, pues nada más encontrará.
Un "pasapáginas" con ilustraciones sublimes, que por cierto, podríamos haber disfrutado más si Planeta de Agostini hubiera hecho una edición algo más grande. Ya que el álbum apenas alcanza los 25cm. Y en su interior los margenes, sobretodo el inferior, son aberrantemente enormes. Haciendo que las ilustraciones en algunos viñetas sean miniaturas y los bocadillos deban leerse con la nariz tocando la página.
Clockwerx es un cómic de los que prometía antes de leer, de los que decae una vez leído, pero también de los que volverás a releer porque resulta tremendamente ágil de leer y fácil de perderse en sus "grandiosas" ilustraciones.
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Vamos, que no es apto para miopes... ya podrían haberlo hecho un pelín más grande!
ResponderEliminarPues a mime parece un pequeño inconveniente. La historia tiene buena pinta.
ResponderEliminarBesos