Madison tenía 11 años cuando fue secuestrada. Es una niña viva, alegre y
divertida que desde muy pequeña ha desarrollado una fuerte
personalidad, repleta de imaginación y creatividad, y que incluso en
esta situación dramática, encerrada en la casa de su secuestrador no
pierde el optimismo.
Durante los casi 5 años que dura su encierro, se desahoga escribiendo
sin censura en un cuaderno que es su gran vía de escape y la única
posibilidad de sentirse libre; describe al detalle sus sensaciones, la
añoranza de sus seres queridos, su sorpresa por el gradual paso a la
adolescencia... y todas las mil y una extravagancias que se le ocurren.
Léonore, la madre de Madison, intenta sobrellevar la ausencia de su hija
escribiéndole cartas diariamente en las que le cuenta todo lo que pasa
en la familia: sus esperanzas y penas, la muerte del abuelo, cómo su
gato la echa de menos y algunas novedades acerca de Stanislas, el
profesor de tenis de quien Madison estaba enamorada. Un joven que busca
ser amado a cualquier precio aunque en realidad no sabe disfrutar de su
libertad.
Una novela magistralmente narrada a tres voces que convierte un trágico
suceso en una historia cargada de humor y emoción, que atrapa al lector
y le invita a una reflexión sobre el amor, la libertad y la esperanza.
Una novela que nos recuerda que la capacidad de ser feliz es también un
estado del alma
Nunca olvides que te quiero empieza con Madi ya secuestrada y su madre escribiendo cartas que jamás serán leídas. Gracias a la fechas que la madre pone en sus cartas y a las que la chica secuestrada pone en su diario descubriremos que la historia viaja hacía el futuro en algunos pasajes mientras en otros vuelve hacía atrás para profundizar más en otro asunto. Como tercera historia tenemos la del profesor de tenis de la chica secuestrada. Un muchacho que el amor incondicional lo convertirá también en un preso y que en un primer momento no tiene nada que ver con el caso y puede llegar a desconcertar.
Delphine Bertholon imprime un estilo muy diferente a cada narrador y con ello consigue que te creas la parte de historia de cada personaje. Mientras que la madre normalmente es un ser angustiado presa de la tristeza y Madison, irónicamente, es una muchacha llena de esperanza (que en contadas ocasiones pierde) el más libre de todos, Stanislas es el que en la mayoría de ocasiones se siente más atrapado.
La prosa, sobretodo en la parte de Stanislas, es realmente rica, en algunos momentos tan repleta de florituras que puede llegar a empachar. La parte de Madison, más juvenil, inocentona y divertida, logra que la historia fluya y se haga mucho más digerible.
Portada con el título original |
En general Nunca olvides que te quiero resulta una historia de amor a tres bandas tan esperanzadora como sosa que aún así consigue enganchar lo suficiente para hacerte llegar a la última frase del libro.
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