En este Diario, casi cada página invita a la reflexión. De él se aprende más que de cualquier descripción posterior, pues uno comparte, desde el principio, el carácter misterioso de lo sucedido: todo es absolutamente inexplicable. En medio de su propio sufrimiento, entre cientos de muertos y heridos, el autor intenta reconstruir paso a paso la situación; sus sospechas cambian a medida que se entera de nuevas cosas y que éstas van convirtiéndose en teorías que exigen ser comprobadas.

Aunque la narración es muy típicamente japonesa - frases casi telegráficas y casi denotando falta de empatía- el autor nos explica algunas escenas esperanzadoras, historias de terceros como amigos o familiares y descripciones del estado de la ciudad. En el libro nos topamos con pasajes desgarradores y horrendos, como la cremación de cadáveres o la forma en la que se marchitan los enfermos y que contrastan con las ganas de vivir y de incluso continuar bromeando de los que consiguen superar la enfermedad y sobrevivir. Aún así casi todo lo relatado transcurre en el hospital y en ocasiones se vuelve tedioso y repetitivo contando una y otra vez como progresan los pacientes y que síntomas tiene uno u otro.
Diario de Hiroshima de un médico japonés es un gran documento sobre los momentos posteriores a la caída de la primera de las bombas atómicas y narra de forma correcta no sólo el desastre sino también las vidas de los ciudadanos y sus costumbres.
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