Un avión fuera de control surca los cielos y su destino, si nadie lo evita, es estrellarse. Por suerte la JLA aparece y con un poco de coordinación y malabares consiguen rescatar a todos los pasajeros. La sorpresa los sobrecoge al descubrir que todos ellos están muertos. Más sorprendente resulta que todos los pasajeros tengan el corazón ubicado en el lado derecho y que la aerolínea a la que pertenece el aparato no exista.
Poco después del suceso La liga de la Justicia descubre que Lex Luthor los está buscando, y cuando este villano los busca no es para nada bueno. Pero este Luthor es diferente y actúa de forma totalmente contraria a lo que los héroes que protegen la Tierra están acostumbrados, y es que este Luthor es un tipo honrado y con sed de justicia. Pronto descubrirán que la Tierra que habitan es el reflejo (¿o es la otra un reflejo?) y que una sociedad del crimen con sus dobles malévolos está extendiendo el mal en Tierra 2 ( ¿ o es Tierra 2 dónde habita JLA?). Y Lex ha venido desde "el otro lado" para pedirles ayuda.
Grant Morrison y Frank Quitely se unen (para alegría de todos) para crear una vez más una pequeña joya. Ya lo hicieron con Flex Mentallo, WE3 en el que animales que eran arma biológicas eran los protagonistas o la obra maestra de All Star Superman. Morrison de nuevo dándole a la cabeza y creando un guión curioso (aunque seguramente basado en las multiTierras del universo DC). Por otro lado Quitely a los pinceles con su forma tan personal y excepcional de dibujar, un poco Botero en ocasiones, con superhéroes musculados pero con formas muy redondeadas y con féminas de curvas y rasgos exóticos; además de regalarnos viñetas a doble páginas sencillamente espectaculares.
La historia, a diferencia de otras de la liga, es muy sencilla de seguir pero más profunda que la mayoría pues explora el lado oscuro de los héroes mostrándonos como sus reflejos, una versión violenta, malévola y retorcida de ellos mismos, utilizan sus poderes para subyugar a toda la población.
Es interesante encontrarnos con un Batman oscuro (más si cabe) de nombre Owlman que utiliza unas drogas para fortalecerse, de la misma manera que lo hace Flash para conseguir su hiper-velocidad. O descubrir que aquellos que hacen el mal en una Tierra aquí se dejan la piel para defender a los inocentes. En el escaso centenar de páginas que tiene el cómic Morrison consigue dar un par de vueltas de tuerca para llegar a un final coherente y hasta cierto punto atractivo dejando, eso sí, al lector meditando sobre el bien, el mal y su estrecha relación.
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