Entre 1967 y 1974, Jim Henson y Jerry Juhl prepararon tres versiones de un guión para un largometraje titulado Tale of Sand (Cuento de arena) .
Cuando trabajaba en las últimas revisiones del guión, Jim Henson empezó a trabajar en la producción de Barrio Sésamo y El Show de los Teleñecos , abandonando así el cine experimental para centrarse en los proyectos que le convertirían en un creador de renombre.
El guión de Cuento de arena , el único largometraje que Henson nunca llegó a rodar, acabó en los archivos de The Jim Henson Company . Pero, gracias al arte de Ramón K. Pérez y a la supervisión de Lisa Henson , la hija de Jim Henson , finalmente ha cobrado vida como una novela gráfi ca con un impacto visual a la altura del maestro que la creó.
Mac es un tipo enjuto y algo desconfiado que llega a un pueblecito ubicado en medio del desierto. En ese pueblecito justamente se está celebrando una fiesta, y parece que es en su nombre. Enseguida el shreriff sale a recibirle y a entregarle un mapa y las instrucciones, además de otros extraños y absurdos objetos. Mac no entiende nada de lo que está pasando pero se presta a seguir adelante. Su aventura no ha hecho más que comenzar y parece que por el camino irá haciendo amigos y, como no, algún que otro enemigo. Cuento de Arena está plagado de situaciones delirantes a la par que surrealistas que no son más que una retorcida metáfora de lo que es vivir.
Si de Cuento de Arena hay algo que llame la atención, de forma muy poderosa, al echarle un primer vistazo no es otra cosa que su apartado visual. Ramón K. Peréz ya realiza un excelente trabajo con el cuidado y personal diseño de personajes y animales pero éste, además, pone toda la carne en el asador en lo que a ilustrar se refiere creando algunas escenas que llegan a alcanzar una calidad casi fotográfica; sobretodo en las escenas de paisaje. Dando especial énfasis a las del desierto que es sin duda un secundario de lujo en la historia. En otras escenas, sobretodo en las que predomina el humor o la acción, alterna ingeniosamente viñetas monocromáticas, con otras rebosantes de color (jugando con toda la paleta pero tirando de colores cálidos) de tal forma que da casi la sensación de estar presenciando esa película que Henson y Jhul no pudieron llevar a cabo. Y digo casi porque si hay algo que nos recuerde que no es una película (a parte de todo lo evidente) y de lo que carece dejando un pelín cojo el conjunto es los efectos de sonido y la música. Ambas cosas muy remarcadas una y otra vez en el guion original; algo que un cómic, por notable que sea, no puede recrear.
Si os hacéis la pregunta de qué tal es la historia, solo es posible responderla si leéis el cómic. Solo haré un apunte, y es que todo aquel que esté muy acostumbrado al cómic más comercial es posible que Cuento de Arena y todo lo que ocurre a lo largo de sus páginas, sobretodo por su nivel de absurdo, no acabe de convencerlo. Tiburones en piscinas, leones que surgen de coches, un equipo de fútbol americano contra árabes, duelos al más puro estilo el viejo oeste, etc; todo mezclado es una verdadera locura pero al final (un final tan extraño, ocurrente y sorprendente como la historia en sí) todo, o casi todo, visto desde su mensaje metafórico esconde su sentido.
Cuento de Arena es uno de esos cómics memorables, no en vano fue ganador del premio Eisner en 2012, que se ha de releer al menos dos veces para entender todo lo que Henson y Juhl quisieron decir en tan alocada aventura, disfrutando a cada página con las pequeñas, o grandes, obras de arte plasmadas por Ramón K. Peréz. Además Norma Editorial pone a nuestra disposición una excelente edición de tapas duras con un diseño similar a los cuadernos de viaje y el lujo de poder disfrutar de extras del dibujante y del guion original traducido al castellano.
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