miércoles, 10 de abril de 2019

Breve crónica de un día en el 37 Cómic Barcelona




Bienvenidos un año más al Salón Internacional del… ¡ups, perdón el lapsus! Quería decir: Bienvenidos al GRAF… ¡Perdón! El cartel que me ha confundido. Ahora sí: Bienvenidos al 37 Cómic Barcelona. Un Salón que ha cerrado con 112.000 visitas, unas cuantas miles menos que la edición anterior pero que teniendo en cuenta que esta vez solo abrían tres días, y tirando un poquito de aritmética, parece que la jugada les ha salido bien.

El año pasado ya se intuía un cambio de rumbo: esa apuesta por autores más de aquí, por hacerlo, por decirlo de una forma, más hogareño. Eso este año se ha hecho mucho más tangible.

Nada más entrar volvemos a encontrarnos una Plaça Univers medio vacía. Al fondo, aguzando la vista se ve algo: ¿Unos inflables? ¿Han puesto una piscina? No. Es un Laser Tag Hacendado. Al menos no son los cuatro biombos cutres que pusieron el año pasado y que llamaron Espacio de creación libre. Ni que esto fuera la feria internacional de ARCO… Una vez más este espacio queda totalmente desaprovechado.



Lo primero, y ya como rutina, es visitar las exposiciones. A destacar: Stan Lee & The American Comic Book, Dibujos por Sonrisas, Vibraciones Underground y La diligencia.



La primera era la creme de la creme, ese tipo de exposiciones que no solamente un aficionado al cómic superheróico debería disfrutar, sino cualquiera que buscara indagar sobre los inicios de uno de los mitos del cómic.

En Dibujos por Sonrisas volvemos a encontrarnos la fusión de solidaridad y cómic. Dibujos únicos y en ocasiones realizados in situ por autores de renombre eran subastados. Lo recaudado servirá para ayudar a todos esos campos de refugiados repartidos por toda Europa.



¿Qué une la música y el cómic? Sus portadas. Aquí podíamos encontrar una gran colección de portadas muy reconocidas de la música, Pop, Rock o Heavy Metal. Era sorprenderte ver que portadas que habías visto millones de veces estaban dibujadas por Robert Crumb, Daniel Clowes o Max.

La exposición de La diligencia tomaba como premisa que alumnos de la Escola Joso dibujara una, una sola única página del cómic de Lucky Luke, pero con su estilo; reinterpretando en algunos casos pero sin que se perdiera el hilo conductor. El resultado era simplemente maravilloso.

Las master class, presentaciones editoriales y charlas varias, al igual que el año pasado (el gran acierto de El 36 Salón Internacional del Cómic de Barcelona) seguían impartiéndose en salas apartadas de cualquier tumulto.

La zona de stands se podía dividir en dos espacios: The Funko Pop Area y Donde se vendían tebeos.



The Funko Pop Area, era esa en la que predominaba 100% el merchandising. Algunos vendiendo figuras oficiales (triunfando los Funko y la figura de Broly de Dragon Ball Super: Broly) y otros vendiendo cosicas bonicas que puedes encontrar por Ali Express a mitad de precio. 

En cuanto a los stands de venta de tebeos… Corte Inglés, Fnac, Casa del Libro y todas esas grandes superficies y editoriales que puedes encontrar a la vuelta de la esquina, o con un click de ratón, ofreciendo sus novedades. Luego estaban las tiendas pequeñas (¿menos este año?), las interesantes, esas que venden segunda mano o descatalogados; lástima que, a diferencia de otros años, los precios hubieran subido y en algunos casos en un mismo stand un mismo cómic tuviera dos precios diferentes. Aunque bien pensado, para esto mejor me paso un día por El Mercat de Sant Antoni, donde puedes encontrar lo mismo a mitad de precio. 

Lo mejor del palacio 2, sin lugar a dudas, era la Zona Fanzines. Cada vez mejor ubicados, cada vez menos marginados.



El éxito de esta edición, a mi parecer, la zona Cómic Kids. Más espacio para los peques (y no tan peques) que empiezan en esto de empezar a leer, o dibujar tebeos. Un área divertida y pedagógica que lo mismo podían aprender a dibujar un cómic que a crear su propia chapa.

Se acabó, se terminó El Salón Internacional del Cómic y empezó Cómic Barcelona. El regusto es agridulce, más agri que dulce. Demasiados espacios vacíos. Menos actividades paralelas al cómic. Menos diversión en general. El Salón del Manga de Barcelona, el hermano pequeño, ya, y como se veía previendo, devoró a su hermano mayor. Por otro lado, no queda más que aplaudir por que apuesten más por los autores nacionales, sin abandonar a los internacionales, y por esa zona tan necesaria, el Cómic Kids, para que nuevas generaciones empiecen a enamorarse de aquello que otros hace ya tiempo amamos.

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