Que El Salón del Manga de Barcelona bata su récord de visitantes cada año se ha convertido en algo
habitual; ha pasado a ser algo tan usual como ver a cosplayers paseando con sus magníficos disfraces o probar alguna de
las delicias del país nipón que se sirven en la zona de comida japonesa. La
edición XXIV del Salón del Manga ha superado la cifra de 150.000 visitantes, una
cifra todavía más relevante si tenemos en cuenta que este año contaba con un
día menos.
Exposición de kimonos |
Lo primero que llamó mi atención,
una vez traspasada la puerta de entrada y tras conseguir el folleto que me
guiaría por el salón, es el nombre o rebranding
de algunas zonas. Sirva de ejemplo el denominado hasta entonces Taller de
gastronomía japonesa y que ahora ha pasado a ser conocido como Nihon Ryori,
cocina japonesa en japonés. A ese cambio de nombre había que añadir también el
cambio de ubicación. Así que, mientras el año pasado todo lo relacionado con la
comida estaba en el Pabellón 1 este año estaba ubicado en el Pabellón 2.1. Un
movimiento de stands y talleres que en algunos casos (como el anteriormente
mencionado) han resultado un acierto, pero que en otros, como por ejemplo los
talleres que habían sido desperdigados por todo el salón, daba lugar a cierta
confusión.
Pero vayamos al asunto.
Y el tema era que la comida manda. Por ello lo primero fue asistir al Taller de
Agemono: tempura, kakiage, furai y tonkatsu, a cargo del chef Julio López, y
presentado, como no podía ser de otra forma, por Roger Ortuño, creador de la
web ComerJaponés.com. El taller resultó una interesante clase de cocina en la
que el chef encargado nos mostró el tipo de frituras que caracteriza a la cocina
japonesa; no sin antes hacernos una breve clase de historia para descubrirnos
por qué los japoneses aman tanto este tipo de delicada forma de freír verduras,
carnes y pescados.
Torneo de volleyball |
Reconozco que necesitaba
ubicarme, descubrir dónde estaban las zonas que antes sabía a la perfección el
lugar en el que se encontrarían. Nada mejor que un paseo, reconocer el terreno
y ver qué se cocía en cada pabellón.
En el P.2 se hallaba
todo el merchandising, la zona Manga
Kids para los más peques de la casa y la zona Manga Sport, un lugar en el que
se podían jugar torneos de volleyball, de ping-pong o de básquet o ver exhibiciones
de Judo, Kendo o Jiu-jitsu. ¿Quién dijo que ser otaku estaba reñido con ser un
buen deportista?
En el P.1 se encontraban
todos los stands especializados en manga. Orden, un mejor aprovechamiento del
espacio y menos stands conseguían que incluso en las horas de más aglomeración
hubiera espacio para pasear y oxigeno que respirar.
Como todavía faltaban unas
horas hasta la hora de comer decidí visitar las exposiciones. Entre todas ellas
destacaba Lenguaje, objetos y bestias; una exposición que por primera vez
dejaba su lugar de origen para plantarse en Barcelona, y todo gracias al Japan
Media Arts Festival. En ella se mostraba la humanización en diferentes medios
(cómic, televisión, fotografía, etc) de animales y objetos. Una curiosa, y en
ocasiones muy alternativa, muestra de en las que destacaban el manga de
Beastars de Paru Itagaki y el Blacksad de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido.
Siguiendo mi ruta
disfruté de las grandísimas ilustraciones del autor Dani Vendrell (más conocido
como Vandrell), de la exposición de los autores de Escola Joso, de los
impresionantes dibujos de la ilustradora natural de LLeida Marta Salmons, del
arte conceptual de Gris (el primer videojuego creado por Nomada Studio) y de
las magníficas figuras de Tamashii Nations.
La Zona Nintendo ubicada en el Palacio 2 |
Y de las exposiciones a
comer, cruzando por Plaça Univers donde la cantante Nana Kitade lo estaba dando
todo ante sus fans. Y es en ese momento cuando me di cuenta que todavía siguen
faltando mesas; muchas. Porque no deja de ser raro, e incómodo, tener que comer
sentado en el suelo. Y porque es extraño que en la zona de comida japonesa no
hubiera ni, al menos, una fila de mesas. Las cuales no hubieran molestado en
ningún momento a la normal circulación de gente que intentaba comprar algo que
echarse a la boca.
Y tras llenar el buche
¿qué mejor que asistir a una degustación de curry japonés? El encargado era
Keita Tanaka. Tan rico como picante.
Una hora después estas bolas serían darumas |
Bien, todo no va a ser
cocina, así que para acabar qué tal si creo mi propio daruma. En el pabellón 2
se encontraba la Nihongo Experience donde Espai Daruma, expertos en cultura
japonesa, podían ayudarme.
Los dinosaurios también lo petan en el salón del manga |
Tras cruzar las puertas
del Salón del Manga de Barcelona tengo sentimientos encontrados: por un lado
tengo la sensación de que han desaparecido algunas cosas y que algunas de las
que han sobrevivido todavía no tenían un emplazamiento definitivo y definido.
Por otro lado, he de reconocer que se paseaba mejor, que no había
aglomeraciones y que algunas de las novedades definen mejor el espíritu del
salón. Ahora ya solo puedo pensar en los 25 años que cumplirá El Salón del
Manga de Barcelona el año 2019 y que espero celebren por todo lo alto.
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